Revisión de Frozen: Jason Watkins es terriblemente convincente como un asesino en serie ★★★

Revisión de Frozen: Jason Watkins es terriblemente convincente como un asesino en serie ★★★

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No debe confundirse con la película de Disney, esta escalofriante obra sobre la pedofilia también está protagonizada por Suranne Jones como una madre afligida.





El público puede llegar a esta producción atraído por el poder estelar de Suranne Jones, pero se irá hablando de Jason Watkins. Su interpretación de Ralph, un asesino en serie y pedófilo que secuestra niños, es sorprendentemente siniestra, un espeluznante tour de force.



Lo curioso es que Jones, interpretando a la madre de su última víctima, nunca llega al mismo tono. En dramas televisivos desde Unforgiven hasta Doctor Foster, Jones ha superado el sufrimiento conmovedor mejor que nadie. En la pantalla chica, su voz resonante y esos ojos llenos de pesimismo te atrapan siempre. Aquí ella no encuentra el registro trágico, por lo que entendemos el sufrimiento de Nancy, la madre afligida, pero nunca lo sentimos del todo.

Suranne Jones y Nina Sosanya Agentha en Frozen (fotos: Johan Persson)

Suranne Jones y Nina Sosanya en Frozen (fotos: Johan Persson)

No ayuda que la obra se desarrolle inicialmente como una serie de monólogos, que nos brindan fragmentos fragmentados de la historia. Nancy se dirige a la audiencia y describe el día en que envió a su hija de diez años a hacer un recado fatídico: entregarle tijeras de podar a su abuela.



Luego Ralph nos habla de su enfoque metódico ante el secuestro y el asesinato, alegremente orgulloso de lo organizado que es – Tienes que levantarte muy temprano para adelantarte a mí… – y mostrando su maleta llena de vídeos de pornografía infantil como si Era un álbum familiar.

El tercer punto de un triángulo trágico es Agnetha (Nina Sosanya), la psiquiatra criminal estadounidense que viene a Gran Bretaña para entrevistar a Ralph y tiene su propia teoría sobre los asesinos en serie: no son malvados sino enfermos, argumenta, y sus crímenes son síntomas.

Agnetha intenta encontrarle sentido a lo que no tiene sentido, al igual que la obra, examinando atentamente la mentalidad de un monstruo. En las pantallas de mármol gris que cuelgan alrededor del escenario vemos proyectados escáneres cerebrales y lo que podrían ser patrones neuronales. El significado del título es que Agnetha quiere explorar el Mar Ártico, que es el cerebro criminal.



Está claro que el verdadero crimen es dejar que las emociones se congelen, congelar los sentimientos, lo cual, hay que decirlo, suena como el mensaje de cierta película de Disney del mismo nombre. Cuando, mientras Nancy lo confronta, Ralph se descongela brevemente y registra el terrible daño que ha causado, la obra tiene su momento más penetrante.

Fue escrito por Bryony Lavery en 1998 en un momento en que los dramas relacionados con pedófilos aún no se habían convertido en un elemento básico. Entonces debió sentirse como una partida audaz, contemplar un corazón de oscuridad. Ahora vale la pena verlo sólo por la actuación de Watkins, una interpretación furtiva de la banalidad del mal que será difícil de olvidar.

Frozen estará en el Theatre Royal Haymarket hasta el 5 de mayo